investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y la
Universidad Autónoma de Nayarit (México) analizan en estudiantes
universitarios mexicanos el daño oxidatvo por la ingesta de esta
sustancia.
Hasta la fecha los efectos del alcoholismo se han estudiado
mayoritariamente en personas con una larga trayectoria de consumo de
alcohol, y, por tanto, con un cuadro clínico que va desde el daño
hepático a diversos tipos de cáncer, depresión y problemas del sistema
nervioso.
Ahora, un estudio preliminar dirigido por una
investigadora de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en colaboración
con la Universidad Autónoma de Nayarit (México), ha analizado el efecto
del alcohol en personas jóvenes y sanas. Los resultados, que publica la
revista Alcohol, indican que el consumo de esta sustancia los fines de
semana puede afectar al ADN.
La idea de estudiar el efecto
oxidativo por la ingesta de alcohol en ese periodo surgió cuando la
investigadora Adela Rendón daba clases de Bioquímica Clínica en el
Instituto Politécnico Nacional en México. Muchos de los estudiantes que
acudían a clase los lunes a primera hora mostraban falta de atención y
malestar generalizado consecuencias de haber bebido alcohol durante el
fin de semana.
La investigadora les propuso estudiar los efectos
que tenía en su organismo ese consumo de fin de semana que los
estudiantes creían inocuo. Los estudiantes se involucraron en el
proyecto, en el que también participó el investigador Jesús Velázquez
(Universidad Autónoma de Nayarit, México), y, tras completar los
requisitos administrativos pertinentes y obtener la colaboración de
diversos expertos en encuestas y análisis, definieron el objeto del
estudio: el daño oxidativo producido por del consumo de bebidas
alcohólicas en personas jóvenes.
Los estudiantes se dividieron en
dos grupos: el grupo de control lo formaban los jóvenes que no bebían
alcohol y el grupo de estudio los que bebían los fines de semana. Para
comprobar que se trataba de personas sanas sin otro tipo de enfermedades
o adicciones que pudieran alterar los resultados del estudio se
realizaron análisis de sangre. La edad de los jóvenes oscilaba entre los
18 y los 23 años, y el consumo medio de alcohol era de 118 g, litro y
medio de cerveza, por ejemplo.
Se midió la actividad de la enzima
alcohol deshidrogenasa, responsable del metablismo del etanol a
acetaldehído, acetoacetato y acetona. El daño oxidativo se evalúa por un
ensayo bioquímico TBAR (especies que reaccionan al ácido barbitúrico), y
refleja la lipoperoxidación que sufre la membrana por efecto tanto del
etanol en la sangre como del acetaldehído producto de la acción de la
enzima sobre el etanol. Por tanto, existen por lo menos dos vías por las
que se forman radicales libres que pueden deteriorar la integridad de
la membrana celular.
Aunque los investigadores esperaban
encontrar daño oxidativo, el resultado les llamó la atención según
comenta Adela Rendón. “Observamos que los que bebían tenían dos veces
más daño oxidativo que el grupo que no consumía alcohol” y decidieron
continuar con una prueba para evaluar si el ADN también se veía
afectado: el ensayo cometa. Extrajeron el núcleo de las células
linfociticas de la sangre y lo sometieron a electroforesis.
“Lo
interesante es que si la cromatina no está bien compactada, si hay daño
en el ADN, en la electroforesis deja un halo”, lo que denominan “cola de
cometa”. Y, en efecto, la cromatina del grupo expuesto dejaba un
pequeño halo, mayor que la del grupo de control. Para ser exactos, los
resultados mostraron un daño en el 8 % de las células en el grupo de
control y en el 44% en el grupo expuesto. Por tanto, el grupo expuesto
tenía 5,3 veces más células dañadas.
La longitud de la cola de cometa
Para poder afirmar la existencia de un daño relevante en el ADN la
longitud de la cola de cometa debe ser mayor que 20 nm, y no era el
caso. “Afortunadamente”, comenta la investigadora, “pero es que no
debería de haber daño alguno, porque llevan muy poco tiempo consumiendo
alcohol, no han estado expuestos de forma crónica”.
La vía por la
cual el alcohol llega a alterar el ADN no se conoce todavía. Ese será
el siguiente paso: estudiar el re-empaquetamiento de la cromatina y el
comportamiento de mecanismos tan complejos como las histonas en estos
individuos.
“Cuando hablamos de alcoholismo juvenil nos referimos
a jóvenes que beben alcohol sin llegar a ser adictos. La adicción
implica una cuestión más compleja social y psicológicamente hablando.
Este es un alcoholismo social” comenta la investigadora, “pero que a la
larga causa daño, y hay que tener conciencia de eso”.
Hasta ahora
nunca se había documentado daño sobre el empaquetamiento del material
nuclear en estadios tempranos de alcoholismo, quizá porque la mayoría de
los estudios se realizan en etapas tardías, con personas que llevan
consumiendo alcohol de forma adictiva durante muchos años.
El
consumo nocivo de bebidas alcohólicas es un problema de alcance mundial,
y representa un importante problema de salud, social y económico. Según
datos de la Organización Mundial de la Salud, el alcohol causa 2,5
millones de muertes al año en todo el mundo, de ellos 320.000 son
jóvenes de entre 19 y 25 años, y causa daños que van más allá de la
salud física y mental del bebedor.