"Señor Barack Obama, ¿alguna vez ha fumado marihuana?" - "Sí, inhalé
cuando era joven". Era 2006 y el entonces senador por Illinois y
estrella emergente del partido demócrata todavía no había confesado su
intención de postularse como candidato presidencial. Pero en aquella
conferencia con editores de prensa en Arizona sí que admitió, sin
titubeos, sus experiencias con las drogas. "Fue el reflejo de la
confusión de la adolescencia", había dejado escrito Barack Obama en su
primer libro "Los sueños de mi padre" (1995).
El discurso sobre las drogas del ahora presidente de EEUU se fue
moderando y su posición sobre el asunto ha sido relegada y casi apagada.
Aunque nunca ha vuelto a profundizar sobre la despenalización desde que
está en primera línea, en la última Cumbre de las Américas en Colombia,
Obama dijo que le parecía "un debate legítimo" aunque aclaró que "legalizar las drogas no es la respuesta" para solucionar el problema del narcotráfico.
Al margen de las ineludibles tareas económicas a las que se enfrenta
en su segundo mandato, la Administración Obama también tendrá que lidiar
con las peticiones de organizaciones como NORML. La asociación nacional
para la reforma de las leyes sobre el uso del cannabis está dispuesta a
llegar hasta el final en su causa para "descriminalizar el consumo responsable de marihuana". Su director general, Allen St. Pierre, cree que la legislación aprobada en Colorado y Washington en las últimas elecciones es "el principio del final para la prohibición de la marihuana".
En conversación telefónica con ELMUNDO.es, el responsable de NORML, se muestra optimista tras el paso dado por estos estados: "Son los primeros de muchos por venir",
predice St. Pierre, que cree que Colorado y Washington pueden "sentar
precedente" y crear una especie de "efecto dominó" en otras partes del
país, "tal y como ha ocurrido con la marihuana para fines médicos".
La "virtual" legalización de esta sustancia en dos estados choca
frontalmente con la legislación federal, que prohíbe su distribución y
posesión. En concreto, las autoridades en Washington catalogan la
marihuana como una droga ilegal a todos los niveles. La Casa Blanca deja
claro en su web que
"no existe la marihuana con fines medicinales", a pesar de que 18
estados tengan regularizado su uso en este sentido. Las directrices del
Departamento de Justicia señalan que aunque no se deben "centrar
esfuerzos" en perseguir a personas con "enfermedades graves" que sigan
un tratamiento con cannabis, una de las "prioridades básicas" es
"aplicar la ley a las personas que hagan negocio cultivando o vendiendo"
estas sustancias.
¿Actuará la Administración Obama?
Mientras el nuevo marco legal entra en vigor en Colorado y Washington,
la pregunta es si el gobierno federal va a permitir la legalización
aprobada por los votantes. Allen St. Pierre subraya que hasta ahora
Washington DC no se ha pronunciado oficialmente y "eso ya es una buena
noticia, esperamos que sigan sin decir ni hacer nada". Sin embargo,
otras declaraciones de políticos locales sí preocupan a los partidarios
de la legalización. "Las normas del Departamento de Justicia no han
cambiado", sentenció un portavoz de la Fiscalía en Denver tras conocer
los resultados.
En paralelo, John Hickenlooper, el gobernador demócrata de Colorado declaró tras las elecciones que "tenemos que respetar la decisión del pueblo, pero será un proceso complicado".
A pesar de los esfuerzos de NORML -la organización sin ánimo de lucro
que lleva 42 años defendiendo la despenalización- se antoja complicado
que ciudades como Seattle o Denver se conviertan en una versión
americana de Amsterdam.
El precedente que más preocupa a las asociaciones de consumidores es
la gran campaña de cierre de dispensarios de marihuana en California, un
estado que regularizó el uso de esta sustancia con fines médicos en
1996. Los agentes federales han clausurado hasta 600 de estas tiendas
desde octubre de 2011, según "The New York Times". Allen St. Pierre
mantiene que el "creciente movimiento popular" en favor de la
despenalización conseguirá que la presión se relaje y aporta dos hechos
para apuntalar su teoría: el número de arrestos en relación a la
posesión de cannabis ha descendido por primera vez desde 1993 -747.969
en 2011 según el FBI- y el silencio de Eric Holder. El fiscal general de EEUU todavía no se ha pronunciado a
pesar de que varios funcionarios de la DEA -la agencia antidroga- ya
han reclamado que se manifieste en contra. Consideran que su mutismo
conlleva "una aceptación tácita de estas peligrosas iniciativas".
Sólo el tiempo dirá si el "experimento" legal aprobado en Colorado y
Washington echa raíces y se convierte en realidad. Para Allen St.
Pierre, el camino abierto por estas regiones puede significar incluso
una oportunidad para reforzar la guerra contra el narcotráfico: "Todo el
mundo sabe lo que pasó con la ley seca...".
¿Qué se ha votado en Colorado?
Más de un 54 % de los votantes dijeron sí a la enmienda 64 que se
votaba en las pasadas presidenciales. Con la aprobación de esta medida,
los residentes de este estado mayores de 21 años podrán tener hasta 28,5 gramos de marihuana para consumo propio y tener hasta seis plantas para cultivarla en "un espacio cerrado y seguro".
Esta iniciativa legal, que ya fue votada y rechazada en 2006, implica
el desarrollo de una legislación estatal para que el gobierno local
pueda regular sobre la producción, distribución o venta de la marihuana e
implantar un impuesto para estas actividades.
¿Y en Washington?
Un 55% de los votantes dijeron sí a la iniciativa legislativa 502,
por la cual este estado de la Costa Oeste encarga al organismo que
controla las bebidas alcohólicas que regule el consumo y la venta del
cannabis. Se permitiría así que los mayores de 21 puedan tener hasta una
onza de esta droga. Entre otras consideraciones, las autoridades de
Washington ya perfilan cuál sería el porcentaje de impuestos que gravarían la marihuana (un 25%) o cuánto costaría cada gramo (unos 12 dólares).