Nicole Kidman rechazó meterse en la piel de una ninfómana en
la última película que rueda el cineasta Lars von Trier y que se
estrenará este mismo año, 'Nymphomaniac'. Según informaron diferentes
medios, la actriz rechazó la oferta porque creía que no iba a sentirse
muy "cómoda" dentro del papel.
Lo suyo, en este caso, se trata de una mera anécdota y la película en
cuestión sólo una ficción, pero lejos de las pantallas de cine se
esconden vidas de carne y hueso que día a día tienen que cargar con el
lastre de tener una adicción al sexo . No se trata de vicio, perversión o libertinaje,
como se puede pensar, sino de una enfermedad, una adicción. "Es una
dependencia como otra cualquiera", asegura Francisca Molero, médico y
directora del Institut de Sexología de Barcelona. Estamos hablando de
una "cárcel", de una adicción que no te deja ser libre.
Comúnmente, este trastorno se denomina ninfomanía en las mujeres y
andromanía en los hombres, pero esto, según los expertos, es cosa del
pasado o al menos debería serlo, y lo correcto es decir trastorno de la hipersexualidad o de adicción al sexo. Esto es, una adicción cuyo fin último es conseguir y obtener por todos los medios el placer sexual.
"Una adicción implica una dependencia hacia una sustancia, actividad o
relación, en este caso una actividad que está destinada a obtener
placer sexual", mantiene la doctora. Aquí, la respuesta es muy intensa
porque se trata de un orgasmo, pero dura poco. Luego vienen las culpas y
los remordimientos. Incluso, muchas de estas personas llegan a perder el placer sexual.
"Se considera dentro de las adicciones de conductas, ya que no hay
ninguna sustancia. Se puede equiparar a la ludopatía (adicción al juego)
en la que no hay una sustancia como tal (el alcohol, drogas, etc.) que
te sacie esa necesidad, sino que es una conducta la que lo hace",
explica por su parte Carmen Sánchez, psicóloga clínica y co-directora
del Intitut de Sexología de Barcelona. Las conductas pueden ser de tipos
muy diversos: desde la masturbación compulsiva, el uso de pornografía o
de líneas de teléfono eróticas hasta encuentros sexuales con personas
desconocidas o incluso con profesionales. "La frecuencia de la conducta
tiene que ver con las oportunidades que tenga para acceder a la misma.
Es decir, si el encuentro es con profesionales, depende de la facilidad
que tenga para poder acceder a ellas", explica Molero. También hay casos
en que puede haber mezcla de todas o alguna de estas conductas.
Todo ello interfiere de forma importante, más de la
que nos podemos imaginar, en la vida laboral y personal de quienes lo
padecen. La psicóloga Sánchez nos da un pequeño ejemplo de ello.
Imagínese una persona que se encuentra en su puesto de trabajo y tiene
que ausentarse de él durante un tiempo porque necesita
"irremediablemente" reparar su necesidad y este hecho además, se repite
con frecuencia. O bien una persona que llega a perder bastante dinero
porque usa constantemente líneas de teléfonos eróticas o requiere el
contacto de profesionales y empieza a tener por ello problemas con su
pareja. O el caso de una persona que pasa toda una noche sin dormir
porque ha estado consumiendo pornografía por internet, lo que interfiere
tanto en su salud como en su rendimiento laboral del día siguiente.
La adicción implica, por tanto, "evadirse de las responsabilidades,
mentir, sentimientos muy dolorosos de pérdidas y culpabilidad, ausencia
de control e incluso problemas con la ley". No tiene nada que ver con ser "muy sexual, tener mucho deseo sexual ni tener una gran actividad sexual", aclaran las expertas.
Según estudios americanos, afirma Sánchez, entre un 3 y un 6% de la
población norteamericana padece este trastorno. En España, según datos
de 2012, se habla de casi un 6%, pero aún así "es todavía casi imposible
saber con exactitud la cifra exacta". Pese a todo, el DSM-IV, el 'santo
y seña' de la psiquiatría, sigue sin considerar este problema como una
categoría diagnóstica, aunque según Molero, en el nuevo DSM-V
"seguramente aparecerá ya como trastorno".
Perfil
El perfil de este tipo de personas es muy variado, pero generalmente
suelen tener unas características comunes. Es más frecuente en hombres
que en mujeres y más frecuente en "adultos jóvenes", explica Molero. Pero aún así, el abanico es muy grande y muchas veces no tiene porqué ajustarse a ese 'perfil' o 'patrón'.
Se trata de personas muy dependientes, con poca autoestima que además
no suelen ser buenos con las habilidades sociales y les cuesta
comunicarse. Son compulsivos y con gran ausencia de autocontrol.
Puede haber también insatisfacciones emocionales o con las relaciones
de pareja, carencias afectivas, predisposición a la ansiedad y la
depresión, disfunciones sexuales de algún tipo y una personalidad que se
relaciona con la búsqueda de riesgos. "Está relacionado con el resto de
adicciones", indica Sánchez. A veces incluso, puede haber consumo de
alcohol u otras drogas, "una cosa no está exenta de la otra".
Las sensaciones más frecuentes en estos pacientes son el sufrimiento, la autodestrucción, la culpa, el remordimiento, etc. "Es una espiral",
mantiene firmemente Molero. Primero sienten el deseo incontrolable de
realizar la conducta y luego vienen las culpas y el sufrimiento. Esto
hace que disminuya de forma considerable la autoestima y para volver a
recuperarla vuelven de nuevo a tener la necesidad de repetir la
conducta. "Un círculo vicioso que tiene cualquier adicción".
Por ello, asegura que lo primero en terapia es trabajar el autocontrol,
ya que estas personas tienen una falta de control muy grande.
Terapia grupal
Esta es la enfermedad callada, o la enfermedad "secreta" como la han
denominado las expertas, porque lo cierto es que a pesar de la
prevalencia y del aumento de casos que cada día se ven en las consultas,
sigue siendo una adicción que se oculta por vergüenza. "No es fácil
decir que te pasas el día entero pensando en el sexo, que lo necesitas
continuamente y estás teniendo problema por ello en tu ámbito laboral,
personal e incluso emocional", dice Sánchez. Por ello, es habitual que
esté oculta y tarde tiempo en salir. "A veces no se dan ni cuenta",
afirma. Con frecuecia es la pareja quien da el paso de llamar y otras veces es el propio paciente.
Pero, ¿cuándo piden ayuda, cuándo se dan cuenta de que realmente
están ante un problema, una enfermedad? Cuando ven que el sexo ocupa en
su vida demasiado tiempo, más del que debería. Cuando ya no hacen cosas
que antes les gustaba hacer porque su tiempo está ocupado en esa otra
cosa o cuando ven que su dependencia es tan fuerte que empiezan a tener
problemas económicos, laborales o ven que su pareja va a pique.
Las expertas hablan sobre todo de las ventajas de la terapia grupal.
"Hemos decidido empezar a tratar este tema también dentro de la terapia
grupal, dentro de un grupo formado íntegramente por profesionales
porque tiene unos refuerzos positivos muy importantes", explica Molero.
Se dan cuenta de que no están solos, de que hay más gente como ellos y
que dentro del grupo, ellos mismos, pueden buscar las soluciones.
No obstante, y a pesar de las ventajas del grupo terapéutico, que en
países como en EEUU funciona muy bien y tiene un gran auge, en España,
afirma Sánchez, todavía nos cuesta trabajar en grupo. "Por vergüenza,
porque podemos encontrarnos con alguien después en la calle, por
reticencias, etc. No hay tanta tradición". Pero insiste, cuando te das
cuenta de que no estás solo, puedes compartir los miedos con otras
personas, los pensamientos, identificarte con otros... todo es mucho más
fácil y no sólo los profesionales pueden darte estrategias, sino tú
mismo y los demás compañeros.