jueves, 19 de enero de 2012

Jóvenes y esclavos del azar en la red

La cara más amarga del juego compulsivo es cada vez más joven. La media de edad de los enfermos de ludopatía en Avilés es de 28 años cuando hace una década superaba los cincuenta. ¿La explicación? «La falta de trabajo, la falta de posibilidades y el bombardeo de juegos al que estamos sometidos», explica Marcos, nombre ficticio del responsable de la delegación avilesina de Jugadores Anónimos. Apenas toma aliento para referirse a internet, una herramienta de comunicación que abre un sinfín de caminos a esas personas que sufren el descontrol de impulsos que define la ludopatía. «Cada vez vemos a chicos más jóvenes que se enganchan al juego por internet, que ahora mismo es la punta del iceberg de un gran problema», sentencia este hombre. De ahí que algunos especialistas hayan acuñado un nuevo término: ciberadicción.

«Un chico puede jugar en internet y gastarse un montón de dinero con tal de que conozca el número de tarjeta de crédito o de cuenta corriente de sus padres. Nadie pregunta la edad y apenas hay control», asegura Marcos, que critica: «Hay páginas dedicadas a la curación de la ludopatía que incluyen juegos, cualquiera puede comprobarlo». El «clic» a uno de estos reclamos publicitarios destinados supuestamente al entretenimiento es la puerta al abismo de la diversión. Casinos online, partidas de poker o blackjack, apuestas deportivas... Todo está al alcance ahora de los cibernautas. Distintas firmas ofrecen «adversarios y ganancias» reales. También la intimidad del juego desde casa. De ahí que muchas mujeres que hasta ahora no se atrevían a acudir a bingos o casinos ahora estén empezando a hacer sus pinitos en el juego del azar delante de la pantalla de un ordenador.

Pocos de los que se «enganchan» para buscar salidas económicas lo consiguen, según Marcos, de Jugadores Anónimos. «La actual situación económica lleva al juego, pero los enfermos de ludopatía solo empeoran su situación financiera: hay menos dinero para jugar, pero se quiere conseguir más», precisa. Sentencia: «Quien en un momento dado juega a la Lotería Nacional busca conseguir dinero y tener unos ahorrillos. La persona que juega por enfermedad jamás ahorra, si gana cien euros vuelve a invertirlos en el juego hasta perderlos».

Marcos sabe bien de lo que habla. Él fue jugador. Ahora trabaja en Avilés con una media de catorce jugadores patológicos -la ludopatía está considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 1992- en la sede de Avilés. La cifra, asegura, se mantiene estable. Pero son más frecuentes las recaídas de los esclavos de los juegos de azar. «Normalmente los usuarios vienen tres o cuatro meses y lo dejan. Luego regresan a los dos años peor de lo que estaban al principio», explica Marcos. A su juicio, para curar la ludopatía es preciso que las personas que buscan ayuda reconozcan que realmente tienen «un problema gordo». «Nosotros atendemos a unas catorce personas, pero el número de familiares que vienen a las sesiones es inferior cuando el apoyo de los seres queridos es fundamental», dice el responsable de la entidad.

En Jugadores Anónimos enseñan a familiares y ludópatas a dialogar sobre los riesgos de los juegos de azar e incluso a cómo gastar el dinero. «Los jugadores demostramos que somos inmaduros porque somos capaces de administrar cierta cantidad de dinero, por eso cuando se está en fase de curación hay que saber en qué se emplean los euros», precisa Marcos. Y es que las máquinas tragaperras, las quinielas, la lotería, los cupones, el bingo, el casino, los juegos de cartas y ahora también las apuestas por internet incitan al juego a cambio de dinero. El éxito pocas veces está asegurado y el fracaso lleva al deterioro y el desequilibrio emocional de quien invierte en azar. Jugadores Anónimos es uno de los colectivos que en Asturias, y en Avilés, respalda a estos enfermos del juego.